El estudio, coautorado por el PhD Valter Longo, de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, exploró la relación entre nutrientes, ayuno, genética y longevidad en especies con vidas más cortas, y conectó estas variables en resultados de otros estudios en primates y humanos.
La receta para una vida más larga
Es cierto que la dieta es muy variable entre culturas, regiones y hasta entre persona y persona. No hay una recomendación final de dieta que aplique para todos. Sin embargo, este estudio llegó a la determinación que hay ciertos elementos que deben estar presentes en una dieta que apunte a prolongar nuestra vida y evitar riesgos de una muerte prematura.
Las legumbres, granos y vegetales forman un pilar importante de esta dieta. Complementar con pescado, poca carne blanca (p.ej. pollo) y casi nada de carne roja. Además, evitar en medida de lo posible los granos procesados y las azúcares, y aumentar los niveles de nueces, aceite de oliva y chocolate oscuro. Estas recomendaciones podrían no sonar demasiado novedosas, pues están presentes en la dieta pescatariana.
Además, contrario a la creencia popular, los carbohidratos no deberían ser excluidos de esta dieta. De hecho, deberían formar la parte mayoritaria de la alimentación de una persona, pero es importante que provengan de alimentos naturales y no de alimentos procesados.
¿Cuánto comer?
La vida moderna ha hecho que la comida ya no sea —para una gran parte de la población— una preocupación diaria, y nos encontramos en un punto de la evolución humana donde basta abrir la despensa o el refrigerador cuando sintamos hambre para encontrar varias opciones. Sin embargo, esta situación es nueva y, evolutivamente hablando, nuestros cuerpos están diseñados para pasar periodos de ayuno importantes.
Esto ha obligado a los nutricionistas y científicos de todo el mundo a replantear cada cuánto debemos comer para que nuestro cuerpo pueda desarrollar los procesos de ayuno correctamente. El consenso general es que debemos concentrar nuestra alimentación dentro de una ventana de 11 a 12 horas. Además, en el transcurso de un año, es recomendable pasar por 3 o 4 períodos de ayuno prolongado (24 a 72 horas), ya que este proceso ayuda a reducir la presión sanguínea, el colesterol alto y la inflamación celular, factores que contribuyen a una muerte prematura en todo el mundo.
Cambia tus hábitos alimenticios
Como con el ejercicio, nunca es tarde para hacer el cambio. Y aunque una dieta longeva no sea la misma para todos, lo que sí puedes hacer es acercarte a algún profesional de la nutrición para elaborar un plan que te funcione a ti y a tu familia. Adoptar una dieta de este tipo podría aumentar tu expectativa de vida en unos 11 a 13 años, sobre todo comenzando temprano.
Además de la nutrición, hay otros hábitos que puedes adoptar para vivir una vida más larga, como el ejercicio, reducción de estrés y salud mental. ¿Qué otros pasos estás tomando para elevar tu calidad de vida?